jueves, 31 de marzo de 2016

LOS HÁBITOS QUE NOS PERJUDICAN

Falta de atención o concentración

Debemos leer activamente, con decisión para encontrar lo que buscamos. La manera más efectiva es leer hacia adelante, sin pausa y de una vez toda la lectura.

Percepción visual

La falta de atención puede influir, por ejemplo, confundir dos palabras similares; pero una visión borrosa también complica la tarea. La mala iluminación, las impresiones de texto o copias deficientes también son perjudiciales.
Pero también existen problemas relacionados con la manera en que utilizamos nuestra visión, cómo la ubicamos sobre las palabras y frases.

Exceso de meticulosidad

La lectura lenta y despaciosa dificulta la comprensión y afecta nuestra concentración.  Muchos lectores suponen que una lectura a gran velocidad es tiempo perdido, entonces, leen palabra por palabra. La palabra pasa a ser el centro de la comprensión y se pierde el sentido de las oraciones y los párrafos.
Este método de lectura es producto de la enseñanza que recibimos en la escuela inicial, donde nos inducen a pronunciar en voz alta las palabras y repetirlas hasta que se fije el concepto. Sin embargo de adultos la abstracción conceptos se produce de forma automática.

¿Qué significa?

Lo correcto es subrayar las palabras que desconozcas, seguir leyendo hasta el final de la página o capitulo y, si aun así no te quedo claro el significado, hacer una pausa y buscar en el diccionario.

Vocalizar

Otro vicio es verbalizar cada palabra, ya sea en voz alta o moviendo los labios. Esto retarda el ritmo de lectura, ya que el proceso del pensamiento es más rápido que el proceso de verbalización. Para evitar la vocalización podemos colocar un dedo sobre los labios mientras leemos con el fin de evitarla.

Leer para adentro

Este es uno de los más difíciles de erradicar. Repetir mentalmente una a una las palabras que leemos. Es tan común que parece normal.
Hay un ejercicio simple que puedes realizar: debes idearte una frase corta y simple, por ejemplo, “que lindo día”. Después elige un texto fácil para leer (revista o periódico), repite hacia adentro la frase “que lindo día”, “que lindo día”.
Luego, reitera la operación, pero repitiendo en voz alta la frase. Si te resulta imposible mantener la concentración y no entiendes lo que lees, significa que posees el mal hábito de la subvocalización.
Otra manera de evitar la subvocalización es leer de corrido y formular un concepto tuyo, como resumen del párrafo, que evita las palabras utilizadas por el autor.

Movimientos corporales

Es importante sentarse cómodamente, con todos los músculos relajados, para así evitar movernos constantemente. Un movimiento común es recorrer los renglones con un lápiz o con un dedo; otro movimiento innecesario es recorrer el renglón con la cabeza de principio a fin. Esto además de distraer puede ocasionar contracturas de cuello o dolores musculares.
Cuando menos movimientos realicemos, vamos a leer más rápido y vamos a estar más concentrados.

Los movimientos de los ojos

Hay un entrenamiento muscular y otro conceptual.
El lector lento, el mal lector, por lo general recorre el renglón con sus ojos de punta a punta. Además de ser un movimiento muscular que nos quita tiempo, el propio movimiento produce mayor cansancio y hace que abandonemos la lectura.

Ampliando el campo de visión

Nuestros ojos tienen un campo de visión limitado que nos permite que veamos “todo”. Nuestra visión es fragmentada, vemos por porciones.

El truco para leer rápido es utilizar la menor cantidad de fijaciones por renglón. Con cada fijación o golpe de vista, podemos captar 4 o 5 palabras. Con un entrenamiento adecuado podremos leer un renglón angosto con una sola fijación, y un renglón largo con 3 o 4 fijaciones como máximo.

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